- Presentación nº1: La que utilizaremos principalmente en clase
- Presentación nº2: Muy larga y con amplio archivo de imágenes y documentos. El problema es que tiene una estructura algo confusa
MATERIALES:
Texto nº1: Discurso "La dialéctica de los puños y de las pistolas"
MATERIALES:
Texto nº1: Discurso "La dialéctica de los puños y de las pistolas"
Nada de un párrafo de gracias. Escuetamente, gracias,
como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo.
Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se
llamaba Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social, dejó
de ser la verdad política una entidad permanente. Antes, en otras épocas más
profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían
inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, la justicia y la verdad.
Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran
categorías permanentes de razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de
voluntad. (…)
De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer
lugar, el más ruinoso sistema de derroche de energías. Un hombre dotado para la
altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones
humanas, tenía que dedicar el ochenta, el noventa o el noventa y cinco por
ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda
electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a
aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a
soportar humillaciones y vejámenes de los que, precisamente por la función casi
divina de gobernar, estaban llamados a obedecerle; y si, después de todo eso,
le quedaba un sobrante de algunas horas en la madrugada, o de algunos minutos
robados a un descanso intranquilo, en ese mínimo sobrante es cuando el hombre
dotado para gobernar podía pensar seriamente en las funciones sustantivas de
Gobierno. (…)
Ahora, que el socialismo, que fue una reacción
legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio,
primero, en la interpretación materialista de la vida y de la Historia;
segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de
la lucha de clases. (….)
Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso
de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son
indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber
nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa
del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el
liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de
todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres. (…) .
El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que
es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no
es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la
aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la
izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica,
aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decora
en unos y otros con una serie de consideraciones espirituales. Sepan todos los
que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas
en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos
al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división
superficial de derechas e izquierdas.
La Patria es una unidad total, en que se integran
todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de
la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis
trascendente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir; y
nosotros lo que queremos es que el movimiento de este día, y el Estado que
cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidad
indiscutible, de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama
Patria.
He aquí lo que exige nuestro sentido total de la
Patria y del Estado que ha de servirla.
Que todos los pueblos de España, por diversos que
sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino.
Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha
nacido nunca miembro de un partido político; en cambio, nacemos todos miembros
de una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el
ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la
familia y el Municipio y la corporación es en lo que de veras vivimos, ¿para
qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidos
políticos, que, para unimos en grupos artificiales, empiezan por desunimos en
nuestras realidades auténticas?
Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la
libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre
cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando
se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y de
salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede decir que se
respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como
nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden. (…)
Queremos que el espíritu religioso, clave de los
mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin
que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta
–como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión–
funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.
Queremos que España recobre resueltamente el sentido
universal de su cultura y de su Historia.
Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en
algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque,
¿quién ha dicho –al hablar de "todo menos la violencia"– que la
suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha
dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como
hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como
primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la
dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la
Patria.
Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que
hemos de afanamos en edificar. (…)
Texto nº2: Discurso "No pasarán"
¡Obreros! ¡Campesinos!
¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!… Frente a la sublevación militar fascista
¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y
las conquistas democráticas del pueblo!…
A través de las notas del gobierno
y del Frente Popular, el pueblo conoce la gravedad del momento actual. En
Marruecos y en Canarias luchan los trabajadores, unidos a las fuerzas leales a
la República, contra los militares y fascistas sublevados.
Al grito de ¡el fascismo no
pasará, no pasarán los verdugos de octubre!… los obreros y campesinos de
distintas provincias de España se incorporan a la lucha contra los enemigos de
la República alzados en armas. Los comunistas, los socialistas y anarquistas,
los republicanos demócratas, los soldados y las fuerzas fieles a la República
han infligido las primeras derrotas a los facciosos, que arrastran por el fango
de la traición el honor militar de que tantas veces han alardeado.
Todo el país vibra de
indignación ante esos desalmados que quieren hundir la España democrática y
popular en un infierno de terror y de muerte.
Pero ¡NO PASARÁN!
España entera se dispone al
combate. En Madrid el pueblo está en la calle, apoyando al gobierno y
estimulándole con su decisión y espíritu de lucha para que llegue hasta el fin
en el aplastamiento de los militares y fascistas sublevados.
¡Jóvenes, preparaos para la
pelea!
¡Mujeres, heroicas mujeres del
pueblo! ¡Acordaos del heroísmo de las mujeres asturianas en 1934; luchad
también vosotras al lado de los hombres para defender la vida y la libertad de
vuestros hijos, que el fascismo amenaza!
¡Soldados, hijos del pueblo!
¡Manteneos fieles al gobierno de la República, luchad al lado de los
trabajadores, al lado de las fuerzas del Frente Popular, junto a vuestros padres,
vuestros hermanos y compañeros! ¡Luchad por la España del 16 de febrero, luchad
por la República, ayudadlos a triunfar!
¡Trabajadores de todas las
tendencias! El gobierno pone en nuestras manos las armas para que salvemos a
España y al pueblo del horror y de la vergüenza que significaría el triunfo de
los sangrientos verdugos de octubre.
¡Que nadie vacile! Todos
dispuestos para la acción. Cada obrero, cada antifascista debe considerarse un
soldado en armas.
¡Pueblos de Cataluña, Vasconia
y Galicia! ¡Españoles todos! A defender la República democrática, a consolidar
la victoria lograda por el pueblo el 16 de febrero.
El Partido Comunista os llama a
la lucha. Os llama especialmente a vosotros, obreros, campesinos,
intelectuales, a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a
los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡Viva el Frente
Popular! ¡Viva la unión de todos los antifascistas! ¡Viva la República del
pueblo! ¡Los fascistas no pasarán! ¡No pasarán!
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